¿A qué esperamos?

El 22 de mayo se coló en los ayuntamientos del País Vasco y Navarra así como en las Diputaciones Forales de Gipuzkoa, Bizkaia, Álava y Navarra una formación llamada Bildu (reunir) formada por una coalición entre miebros de Eusko Alkartasuna, Alternatiba e independientes.
Antes de las elecciones, la legalización de esta nueva formación política estuvo en el centro del debate político y enfrentó tanto a partidos como a personas. Se decía que la formación era el brazo político de ETA y la decisión de legalizarlo o no recayó en el Tribunal Constitucional, que lo resolvió con margen de un voto (de un juez progresista) legalizándolo y permitiendo que concurriera a las elecciones.
Ahora quizá por unas cosas más que por otras se puede afirmar que sí es el brazo político de ETA, ya que este mismo partido fue apoyado por los presos de ETA, los concejales de esta formación política se niegan a votar manifiestos en contra de ETA, el diputado general de la Diputación Foral de Gipuzkoa en el pasado nunca ha ocultado su simpatía por ETA y no condenar la violencia de la misma, por nombrar un equipo de gobierno cercano a la banda terrorista, por invitar a familiares de presos etarras a la apertura de fiestas de Vitoria y así un largo etcétera.
Quizá con todo esto ya haya suficiente. Esta formación política ya ha dado demasiadas muestras de su cercanía a ETA. Fue un paso atrás permitir que concurriera a las elecciones y un paso atrás en la democracia que Bildu esté presente en Ayuntamientos y Diputaciones.
Los dos grandes partidos han manifestado lo que acabo de escribir, ¿por qué no actuar ya?¿se pretende evitar una guerra política?
Quizá la respuesta sea más simple: en estos momentos España e Italia están pasando por un grave problema de acoso a su deuda. Conviene priorizar los asuntos a debatir y este en el actual momento, no es prioritario, que no quiere decir que menos importante.
El PP promete desalojar a Bildu si gana las siguientes elecciones generales. Si lo hace esperemos que cumpla lo dicho.